Pnud (21-05-13).- Primitiva Jiménez, una mujer indígena de Pocona, un municipio rural donde el 87% de las personas vive en la extrema pobreza, explica en quechua que ha comprado “buenas vacas” y ha aprendido a cómo “curarlas de los parásitos y enfermedades”, gracias a un programa de microcrédito y capacitación técnica financiado por el gobierno español (a través del Fondo para el Logro de los ODM), y apoyado por el Ministerio de Justicia de Bolivia.
Linet Claros Yevara, de Mizque (un municipio con un índice de pobreza extrema del 85%), evalúa también positivamente el impacto del Programa Semilla: “Mi situación ha mejorado mucho. Mi familia se alimenta mejor; cada día les doy fruta”.
Bolivia es uno de los países más desiguales de la región, y las mujeres indígenas son las principales víctimas de esta dinámica de exclusión. Una mujer indígena activa en la economía informal gana como promedio $US 97 al mes, en comparación con los $US 395 generados en el sector formal por un hombre no indígena. La tercera parte (34,4%) de las mujeres adultas que viven en la Bolivia rural no han recibido educación. Marina Carbalo, dirigente del sindicato de mujeres Jatun Rumi de Colomi, explica: “ya no es suficiente con el trabajo del marido; las mujeres tenemos que apoyar al hogar y sobre todo (apoyar) más a nuestros hijos”.
Con una inversión de nueve millones de dólares, el programa Semilla benefició a un total de 4.640 mujeres indígenas, con un microcrédito que les dio la oportunidad de crear un pequeño taller de costura, comprar las herramientas necesarias para fabricar joyas, tejer o trabajar el cuero, lanzarse en la producción artesanal de yogur, quesos, miel, helados, refrescos o repostería, criar gallinas, pollos o puercos, etc.
Las comunidades también pusieron de su parte. Por ejemplo, Copacabana, un municipio aymara ubicado en las orillas del lago Titicaca, en el cual el 60% de la población vive en condiciones de extrema pobreza, invirtió $US 3.325 (en comparación con los $US 11.000 prestados por el programa Semilla) para posibilitar la elaboración de alimentos derivados de la quinua en la zona. En Colomi, valle quechua de Cochabamba, con un índice de pobreza extrema de 69%, la comunidad gastó un poco más de $US 200 en la compra de abejas, mientras que Semilla pagó $US 770 para adquirir cinco colmenas, una centrifugadora y los trajes de apicultor (para protegerse de las picaduras). Desde entonces, las mujeres de Colomi producen y venden miel.
Además, el programa permitió a 12.817 mujeres gozar por primera vez de una ciudadanía plena a través de la obtención de un certificado de nacimiento y un carnet de identidad, documentos necesarios para acceder a un crédito bancario y que permiten ejercer su derecho a voto.
Semilla también capacitó a cerca de dos mil mujeres en aspectos básicos de gestión, enseñándoles por ejemplo a contabilizar los gastos e ingresos, para poder medir las ganancias o pérdidas generadas por el negocio, así como a introducirse a las nociones básicas de marketing, mientras que muchas otras recibieron asistencia técnica para mejorar su producción. “Hay compañeras muy esperanzadas que necesitan estas ayudas y capacitaciones”, indica Quintina Hualpa, concejala del municipio San Julián.
El PNUD administró el programa de microcréditos, mientras que las actividades de apoyo legal y capacitación estuvieron a cargo de la ONUDI, FAO y ONU Mujeres, en el marco de una intervención interagencial para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en Bolivia.
El representante adjunto del PNUD en Bolivia, Claudio Providas, explica que la metodología de intervención específicamente boliviana desarrollada a lo largo de los cuatro años de existencia del programa Semilla (2009-2012) es el principal referente para el diseño de una nueva política pública para reducir la pobreza y a favor de la mujer; la misma que es elaborada actualmente por la Ministra de Desarrollo Productivo Teresa Morales, con el asesoramiento del PNUD.
Fuente: PNUD
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