jueves, 14 de julio de 2011

Entrevista a los senadores Mendoza y Montaño: Que el debate sea programático

P7 (10-07-11).- “De lo que se trata no es de reconducir el proceso de cambio, sino de construir el mecanismo de implementación del Estado Plurinacional", dice el senador masista Adolfo Mendoza. "Hay tensiones en el proceso, tensiones creativas propias de un momento histórico como el que estamos viviendo: un momento constituyente", sostiene su correligionaria, Gabriela Montaño

Abierto el debate, o más bien el pedido-desafío de debate, a raíz de los cuestionamientos al Gobierno por parte del colectivo Comuna y otros intelectuales de izquierda que pidieron la reconducción del proceso, y de un grupo de ex autoridades y pensadores de centro y derecha que interpelan incluso la esencia ideológica del Gobierno, “Ideas” busca acoger más voces y opiniones que permitan profundizar el intercambio de criterios.

La semana pasada Raúl Prada, Oscar Vega, Rafael Quispe y Gustavo Guzmán en representación de los firmantes del “Manifiesto por la reconducción del proceso", por un lado; y Loyola Guzmán, Carlos Alarcón y Puka Reyes Villa, por el otro, enfatizaron en la necesidad de que el Ejecutivo “vuelva a las bases, respete la CPE y el buen vivir, deje de concentrar el poder y recupere la ética política".

Es así que Mendoza, ex asesor de movimientos sociales, y Montaño, militante del MAS desde sus inicios, en representación de la izquierda cruceña, plantearon en una entrevista conjunta una discusión programática del manejo y visión del país antes que revisiones o redireccionamientos que pongan en peligro lo avanzado.

Se unieron a la reflexión, consultados por separado César Navarro, viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales y Alfredo Rada, ex ministro de Gobierno.

"A veces -sostiene este último- los conceptos pueden ser eslóganes si no se llenan de contenidos concretos. ¿Cuál sería el contenido de reconducción que quieren darle al proceso? Lo que no encuentro en el manifiesto son propuestas sobre qué hacer. Sí hay muchas críticas, pero no propuestas".

Contextualizaciones

"No puedes vivir eternamente una etapa insurreccional, no existe eso en la historia. Llega un momento en el que la sociedad logra sus mecanismos de organización y entonces todo se reestructura y resignifica. Y eso es lo que estamos tratando de hacer en el Estado", asegura Montaño.

En ese marco, un riesgo que la legisladora identifica para el proceso político actual es "el de anteponer el particularismo no sólo de personas, también de sectores, sindicatos, federaciones sobre el interés común".

Si bien, ambos senadores admiten "tensiones creativas" en la administración del poder, sostienen que quienes suscribieron el manifiesto se equivocaron de rumbo porque se lanzaron a la palestra de manera personalista, "tras abortar -detalla Montaño- un proceso anterior de crítica y autocrítica interna, que proyectaba a futuro un debate mucho más amplio y profundo".

"Lo que hace el manifiesto es quebrar la posibilidad de una construcción colectiva, mucho más amplia de un programa (para el proceso) en esta fase de implementación de la Constitución", argumenta Mendoza.

Pero, más allá de este caso especifico, ¿hay escenarios de debate y autocritica en el oficialismo?

(Adolfo Mendoza): No sólo que los espacios están abiertos, sino que hay múltiples instancias de reflexión y debate. Algo que no se evaluó con la pertinencia necesaria fue, por ejemplo, el último documento del Pacto de Unidad que -en cierto sentido- es más crítico y puntual que el manifiesto.

El problema es que este debate, estos escenarios de reflexión, están funcionando de manera fragmentada. ¿Por qué razón? Porque es un momento en el que tampoco existen elaboraciones, construcciones o propuestas muy concretas para dar el paso a otra fase, la de implementación del proceso de cambio y conformación de un programa político a tono.

No obstante, la apertura también depende de la capacidad de generación de propuestas y eso es lo que no traduce el manifiesto, que es terriblemente general.

¿Inflexión?

Es obligada la interrogante: ¿Se hubiese llegado a este punto de debilitamiento y duda del Gobierno-proceso, de no haberse dado el fallido gasolinazo de diciembre? "Hubo momentos en los que se tomaron decisiones en las que la mirada colectiva estuvo menos presente que en otras ocasiones", señala Montaño.

"Eso pasó –agrega- con el intento de nivelación de precios de los combustibles: con algunas decisiones como ésa se ha transmitido una sensación de imposibilidad de debate interno, mucho mayor de lo que es en realidad".

Con todo, para la senadora por Santa Cruz, el "Presidente y el Vicepresidente demostraron que tienen capacidad de autocrítica pues admitieron que el gasolinazo no fue una decisión adecuada. Y eso se vio también en torno a las autonomías, pues si bien primero Evo se pronunció en contra, luego pidió públicamente votar en favor en el referéndum".

Para Mendoza, "lo del gasolinazo es un indicador, una especie de síntoma como lo es también la discusión: de los transgénicos, o como lo fue la de los escaños. Pero son un síntoma extraño, como una suerte de condición de existencia, pues son factores que explican determinado asunto pero a la vez ocultan otras realidades que también deberían visualizase.

Cómo converger

En su punto final, el manifiesto pide la apertura de espacios de discusión para la reconducción del proceso.

Sobre este punto, Montaño considera que: "no se trata de sentarnos a todos en una mesa, hemos hablado muchas veces de esto. El debate deben hacerlo los actores sociales que construyeron este proceso, que somos todos, pero que son las organizaciones sociales como fuente vital. No es un proceso en el que alguien venga y dé la fórmula mágica para resolver el problema. La responsabilidad está en todos".

Mendoza apela a los matices intermedios y relativos y traza dos elementos para el análisis:
  1. "La vitalidad de la discusión actual ya está mostrando la pertinencia del debate, independientemente del manifiesto que aunque es flojísimo, contribuye. Pero no se debe perder de vista que la construcción de un proyecto hegemónico implica al mismo tiempo la capacidad de interpelación del conjunto de actores".
  2. "Parece que se está aplicando muy bien la estrategia de la guerra de posiciones (Gramsci) antes que la de la guerra de movimientos. La guerra de movimientos implica ir con todo a la batalla y de pronto puedes llegar al todo o nada".
"Pero está otra estrategia, la guerra de posiciones, que es sistemáticamente la construcción de un conjunto de elementos que nos permitan articular lo disperso. ¿Cómo vamos a enfrentar al enemigo, que es el particularismo? Evitando la fragmentación y la defensa de intereses individuales por sobre el interés común. Por tanto, la guerra de posiciones invita a una suerte de articulación, práctica y discursiva, que reponga los términos del debate".

¿Y sobre qué más se debería debatir? A modo de cerrar este capítulo, pero dejando abierta la ventana para seguir el debate a nivel macro, Rada considera que: "fundamentalmente debería debatirse sobre aquello que no se está cambiando, que es la parte económica. Si bien se han dado importantes cambios en lo cultural, político, institucional, al empezar a construir un Estado Plurinacional hay que estar conscientes de que urgen los cambios superestructurales que, si no van acompañados de cambios en la base económica, pueden ser revertidos a la larga".

Fuente: Pagina Siete (edición impresa)

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