Los sofistas, llenos de envidia por el éxito de Sócrates, le preguntaban con ironía “¿acaso tú eres filósofo o educador…?” y él les respondía: “Yo soy como mi madre”…
Llegamos hasta un humilde portal. Nos habían indicado que esa era la casa de la señora Fainarete. Llamamos a la puerta e inmediatamente salió a recibirnos una señora de unos 50 años, sonriente y llena de vida.
–Señora, le preguntamos, ¿usted es la madre de nuestro maestro Sócrates…?
–Claro que sí. Yo lo soy y con enorme satisfacción.
–Queríamos hacerle algunas preguntas que nos inquietan.
–Ya me imagino cuales van a ser sus preguntas, nos aclaró sonriendo. Son muchos los discípulos de mi hijo que me vienen a preguntar por qué afirma repetidamente que su método educativo es semejante al oficio de su madre.
–Sí, eso mismo es lo que queremos aclarar nosotros. ¿Cuál es su profesión?, le preguntamos al unísono.
–Yo soy partera, nos respondió. Soy comadrona (me gusta más esta palabra: co–madre…) Quiere decir que ayudo a muchas madres de familia en el trance del alumbramiento.
–¿Y usted ve alguna relación entre el método educativo de Sócrates y su profesión de partera…? le preguntamos con curiosidad.
–Claro que sí, nos contestó, Hay mucha relación y semejanza entre la función educadora y la función de partera, solamente que mi hijo a ese oficio físico mío, él le da un sentido pedagógico. Muchas veces me lo ha explicado, porque mi hijo es un gran conversador. Pero un conversador muy original: plantea más preguntas que respuestas y a cada respuesta mía él la cuestiona con una nueva pregunta.
–¿Y por qué lo hace…? le volvimos a preguntar.
La señora se sintió alagada con nuestra visita y, sobre todo, con nuestras preguntas y en tono muy reposado y seguro contestó:
–Porque para Sócrates el conocimiento no está afuera sino dentro de cada uno de nosotros. La verdad la llevamos adentro y el verdadero educador hace tomar conciencia de esa realidad. La auténtica educación no es un proceso que se da desde afuera para adentro sino desde adentro para afuera.
–¿Cómo definiría usted, señora, la misión de un educador según ese método…?
Y la señora respondió con un dominio admirable del tema:
–Según principios de mi hijo, un educador es como un excelente partero que ayuda a que las potencialidades que hay en el alumno se hagan realidad. Por lo tanto, el educador no es el sujeto, ni el protagonista del proceso educativo, sino un mero colaborador, un facilitador como lo soy yo frente al parto. Yo no soy la madre, sino una colaboradora de la madre en el momento del parto.
Pero nosotros no queríamos perdernos esa magnífica ocasión para aprender nuevos conceptos didácticos tan importantes y seguimos preguntando:
–Usted ha hablado de potencialidades. ¿Nos podría aclarar qué se entiende con esa palabra?
–Sí, ¿cómo no? Mi hijo me ha explicado esto algunas veces con un ejemplo: En una semilla, en un grano de trigo o de maíz, por ejemplo, existen, como dormidas, grandes posibilidades de producción. Si el jardinero o el agricultor las deposita en una tierra adecuada, esas semillas germinarán y darán mucho fruto. Podemos decir que dentro de ellas había muchas potencialidades de producción. En cualquier alumno, en cualquier persona, permanecen como dormidas una enorme cantidad de potencialidades que si se activan pueden hacer de ese niño un sabio, un artista, un investigador….etc. El auténtico educador, como el hábil jardinero, no hace más que poner en marcha algunos condicionamientos externos pero, en realidad, cada uno es el maestro de sí mismo, el sujeto, el protagonista, el actor…. Hay que infundirle, sobre todo, conciencia de su propio valer.
–Otra pregunta, señora: ¿Ve usted mucha diferencia entre el método de su hijo y el que proponen la mayoría de los sofistas…?
–Sí, hay una diferencia muy grande. Sócrates insiste en las capacidades reales del alumno, en cambio los sofistas le dan importancia decisiva a la competencia del maestro; para ellos lo principal está en lo que se recibe y Sócrates, en cambio, estimula para que el alumno desarrolle sus propios valores internos. A este proceso él lo denomina mayeútica, es decir, ayudar a dar a luz las ideas Ellos pretenden transmitir conocimientos, pero para Sócrates lo fundamental es el desarrollo personal. El método de ellos, como el de muchos otros maestros, es el deductivo (viene desde afuera). El método de Sócrates es el inductivo: (todo lo importante nace desde adentro).
Podríamos analizar las consecuencias de ambos métodos para ver cuál de ellos es más transformador de la realidad y del propio alumno. Cuando se enfatiza la capacidad y el protagonismo del maestro, los alumnos tienden, en el mejor de los casos, a desarrollar una actitud simplemente receptiva. Este método tiene el peligro real de enfatizar lo repetitivo, lo que dicta el maestro y lo que dice el texto. Lo peor de todo es que en los exámenes, por ejemplo, se califica con excelentes notas a aquellos alumnos que repiten con la mayor exactitud lo que han leído o lo que se les ha dictado.
Nos despedimos con gran afecto y gratitud de la señora Fainarete. Pudimos constatar, llenos de admiración que, más allá de la metodología educativa, había una sintonía total entre madre e hijo.
Analizando rápidamente los resultados académicos tan pobres de nuestro sistema educativo y comparándolo con el método socrático, nos preguntamos: ¿no será ésta la razón por la cual nuestro sistema educativo proporcione tan pobres resultados…? Constatamos que hace algunos años atrás el sistema educativo lograba promocionar a excelentes profesionales, cosa que no se da en la actualidad. .
Debemos reconocer que el método socrático fue una de las causas más determinante para que surgieran en Grecia tantas figuras eminentes en las ciencias y en las artes, sobre todo a partir del siglo de Pericles.
A continuación, para recordarlo y valorarlo, presentamos los nombres de algunas de las celebridades más admiradas a lo largo de la historia universal. Podemos comprobar que todos esos grandes sabios desarrollaron sus potencialidades innatas y que el Liceo o la Academia les sirvió solo de estímulo y acicate para desarrollar sus talentos. No fueron repetidores sino creadores originales y sabios para ejemplo para toda la humanidad.
Seleccionamos a un pequeño número de los más conocidos sabios en cada una de las áreas del saber:
- Filosofía: Sócrates, Platón. Aristóteles…
- Derecho: Licurgo, Solón…
- Literatura: Homero…
- Teatro: Esquilo, Sófocles, Eurípides…
- Oratoria: Demóstenes…
- Escultura: Fidias, Milo…
- Sátira: Aristófanes…
- Estrategia militar: Temístocles, Milcíades…
- Política: Pericles, Polibio…
- Fábulas: Esopo…
- Medicina: Galeno…
- Física, Matemáticas: Arquímedes, Pitágoras…
- Ingeniería: Tales de Mileto…
Fuente: AINI