Pieb (19-07-13).- La quinua se comercializa y se cultiva en diferentes partes de mundo a estas alturas del siglo XXI, pero ¿cuál es la particularidad de su origen en los campos salinos de Oruro? El antropólogo Jorge Llanque afirma que el contexto social y cultural de la producción de la quinua en Oruro es irrepetible, y lo ha expresado en un libro dirigido a un amplio público.
“En el Año Internacional de la Quinua, tenemos que hallar un elemento que diferencie a la quinua que producimos en Bolivia, en Oruro, del resto. Hasta ahora no hemos visto los factores sociales y culturales que representa la quinua, hablar de soberanía alimentaria, también implica hablar de revalorización cultural”, dice Llanque, quien trabajó en el libro “El éxodo de la quinua (Waly & Pikini)”, en formato historieta.
La idea era unir diversión con educación para los jóvenes y niños, según Llanque, a fin de que éstos puedan recibir información mediante el formato de tira cómica. La narración recupera la historia de los personajes Waly y Pikini, dos variedades de quinua real que descienden a la tierra, donde se encuentran con el pueblo Uru e impulsan el cultivo del cotizado grano.
El relato está matizado con sucesos de la historia oral, la descripción de la vestimenta y de la arquitectura andinas. Llanque recuerda que cuando, junto a otros colegas, investigó la vida de los qamiris aymaras (comerciantes, nuevos ricos), pudo descubrir a un grupo humano con poder económico pero con distintos grados de alienación cultural; así también “muchos de los jóvenes y niños de estos ricos aymaras asumen otros valores y se vuelven parte de una sociedad consumista e individualista”, sin posibilidades de fortalecer o revalorizar su cultura.
Llanque dice que la revalorización cultural entorno a la quinua puede implicar, no necesariamente desarrollo económico sino alternativas viables de lógicas de vida, de formas de pensamiento, de sentimientos de identidad, es decir en una lógica de descolonización alejada del mercado. Y justamente es la presión del mercado la que ha llevado a intentar producir quinua más allá de sus límites naturales, a pesar de que se sabe que esto puede tener como impacto la degeneración de los suelos o su desertificación.
La revalorización del marco social y cultural en el que se produce la quinua es algo que merece una atención integral, a decir de Llanque, pues la lógica urbanizadora como proceso de desarrollo está presente y los recursos económicos generados por la quinua no se reinvierten en el lugar sino que se van hacia la ciudad capital, cuya ocupación se percibe como sinónimo de éxito.
“El Estado solamente se dedica a la extracción de materia prima, no genera condiciones para fortalecer o generar valor agregado, ése es el problema, por eso la gente dice hay que buscar otro derrotero, eso falta, esa política de implementación que es un proceso largo y que no se hace”, dice Llanque, respecto de la necesidad de darle valor a toda esa historia y presente de las comunidades campesinas productoras de la región quinuera. La complementariedad entre el ser humano, la naturaleza y la cultura es importante, en su criterio, porque un excesivo uso de uno de ellos puede generar una crisis.
El libro “El éxodo de la quinua (Waly & Pikini)” tiene el respaldo del Ministerio de Desarrollo Rural, la fundación FAUTAPO y El Sajama.com.
Fuente: Pieb
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