Conny Lopez Silva (12-12).- En el 2011, las cinco unidades territoriales de la Central Regional Única de Campesinos Indígenas de Raqay Pampa-Santiago, Salvia (San Vicente), Laguna Grande, Molinero y Raqay Pampa- realizaron el Primer Congreso Orgánico de Aprobación del Proyecto de Estatutos de la Autonomía Indígena Originaria Campesina de Raqay Pampa. En la asamblea se dio lectura a la versión más acabada de dicho reglamento autonómico y se sometió a votación. El pueblo raqaypampense ejerció la democracia protagónica. Las comunidades se instalaron en bloques en torno a la mesa del presídium, donde se encontraban las autoridades originarias, representantes de la organización de pueblos y autoridades y representantes de instancias departamentales y nacionales.
Luego de la entrada de tambores y pututus se pasó lista a las comunidades, quienes respondieron levantando la mano masivamente. Se dio inicio entonces a un detallado y sustancioso hilo de discursos de autoridades y representaciones invitadas, un recuento del largo proceso de construcción de autonomía, de las dificultades y los costos sociales de la travesía, del gran compromiso de quienes han participado y de quienes han caído en el camino, hombres y mujeres que han guiado el proceso autonómico y a quienes se adeuda reconocimiento. Se habló, finalmente, de lo relevante de este momento histórico: momento de construcción de una democracia real y posible en el Nuevo Estado Plurinacional, donde las autonomías indígenas se convierten en parte fundamental -acaso motor- del proceso de cambio, e implican la responsabilidad del pueblo boliviano en su conjunto.
La firma de estos Estatutos tiene importantísimas connotaciones: por un lado, es la tarea ‘concluida’ de un proceso comunitario protagónico de construcción política; por el otro, no se trata de cualquier tarea pragmática, sino de una ejemplar: una que, se espera, ofrezca una mejor forma de relacionarse entre los pueblos y un compromiso hacia esa propuesta política. Pero, ¿qué proponen como modelo autonómico las y los raqaypampenses? ¿Cuál es la lógica de territorialidad? ¿Aplica para todo el país? ¿Qué de sus fundamentos son compartidos, cuáles sirven para la construcción de la plurinacionalidad?
Como otros pueblos originarios del AbyaYala, el pueblo raqaypampense refrenda valores comunitarios, una profunda relación con la Tierra, que guía sus prácticas agrícolas, ceremoniales, festivas, familiares; un respeto –a veces veneración- a lo vivo y todo en relación con la Pachamama; un ejercicio de poder distributivo; lo espiritual, como parte del ser; el interés colectivo, entendido como la jerarquía de los acuerdos colectivos por sobre las necesidades y decisiones de particulares; la distribución de tareas y la responsabilidad con la comunidad; y, al mismo tiempo como resultado del buen caminar arriba descrito, el bien vivir, como ideal a construir, para todas y todos.
La lógica es antagónica a la lógica occidental y antagónica a los intereses y objetivos del capital. El mercado capitalista pone en el centro la ganancia y acumulación individual, los pueblos hablan de valores redistributivos, bienestar y bien común e interés colectivo. El mercado propone el consumo como buena vida, desarrollo, progreso, modernidad, civilidad; los pueblos originario indígena campesinos plantean la construcción cotidiana del vivir bien basado en principios éticos, respecto al trabajo (ama quilla), a la verdad (ama llulla), al respeto al bien y propiedad del otro (ama suwa), a la unidad colectiva (ama t’aqa) y a las relaciones políticas (ama llunk’u).
¿Estamos listos? ¿Lo permitiremos? Pregunta para quienes no somos de pueblos originario indígena campesinos. Por ello se precisa la descolonización de estructuras y referentes. Sólo así podremos caminar con procesos autonómicos como este, refrendando y posibilitando la Autonomía Real, sin subordinarla a ningún otro tipo de interés.
También habría que preguntarse ¿cuál es la propuesta -de los no originario indígena campesino- a poner en diálogo con la de los pueblos originarios?¿cómo no caer en la tentación de seguir fortaleciendo un discurso de pluralidad y autonomía, mientras se descuida su construcción práctica? Los diversos actores sociales tienen un relevante papel en esta trama del proceso autonómico. El papel del Estado es fortalecerlo, respaldarlo, promoverlo, favorecerlo. Las instituciones y personas externas deberán actuar con cautela, desactivando el riesgo del instrumentalismo. Esta construcción autonómica es un proceso social de la mayor relevancia y es deber de todas y todos cuidar de no desvirtuarlo. Se precisa, dice la ciencia social crítica, una vigilancia epistemológica, que garantice que el discurso se nutra de la práctica y se traduzca en ella.
Adoptar los principios de los pueblos ancestrales, no es solamente conocer el significado de los hermosos vocablos quechuas y aimaras que los expresan. Es creer en ellos y ponerlos en práctica, pese a que el statu quo y el sistema mismo nos quiera convencer de que no es posible. Es posible, Por: Conny Lopez Silva Mexicana, doctora en medicina con maestría en desarrollo rural y doctorante en salud colectiva, ambiente y sociedad sí, no ser ladrón, y es posible no mentir y también no ser flojo y es posible la unidad y el bien común y todos los otros principios colectivos. Sin duda es difícil en el sistema capitalista, porque éste se basa justamente en aquellos -y otros peores-vicios, y combate estas últimas virtudes. El sistema nos invita al egoísmo, al abuso, a la mentira, al protagonismo, al interés individual. Pero es posible rechazar la invitación. Es una decisión personal y profundamente política. Cada una y cada uno estamos retados a rechazar las trampas del sistema y a ir construyendo poquito a poco las nuevas posibilidades. Hay que desprenderse de mucho, eso es seguro.
En la construcción de la plurinacionalidad y del bienestar del pueblo y Estado boliviano, los principios éticos de los pueblos originario indígena campesinos son de fundamental importancia y esto debe ser celebrado por la sociedad boliviana toda. El proceso autonómico de Raqay Pampa rebasa los límites territoriales de Mizque, Cochabamba y Bolivia misma, y se suma al esperanzador proceso latinoamericano del siglo XXI, en el que los pueblos indígenas de diverso color van recuperando el protagonismo que les ha negado la historia y nos van transmitiendo –acaso sin proponérselo del todo- pautas para intentar otro mundo posible.
Fuente: Revista Democracia Intercultural Nº 5 - Sifde/OEP
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