LT (13-01-13).- Acaba de salir a luz el último libro de Roy Querejazu Lewis que lleva por título Los Yuquis – Trayectoria Cultural, Social e Histórica de un Pueblo Amazónico. El libro fue editado por el Grupo Editorial Kipus y es producto de cuatro años de trabajo en el Instituto de Investigaciones de Arquitectura y Ciencias del Hábitat (IIA-CH) de la Universidad Mayor de San Simón.
Con este libro el autor y el IIA-CH completan la trilogía de los Grupos Étnicos del Trópico de Cochabamba, constituyéndose en los documentos de consulta más completos sobre el tema. Resultado de 18 años de trabajo, desde 1994, el autor trabajó con los Yuracarés, los Trinitarios y ahora con los Yuquis. Producto de ello, el 2005 se publicó en Poligraf La Cultura de los Yuracarés, su Hábitat y su Proceso de Cambio y el 2008, Trayectoria Histórica y Cultural de los Trinitarios.
Los Yuquis forman parte de los Pueblos Amazónicos de Bolivia. Su violento y traumático contacto inicial con la sociedad occidental de Bolivia en 1955, hizo que autoridades políticas, universitarias, cívicas y religiosas intervengan en su realidad existencial.
Identificados como un pueblo nómade, cazador y recolector fueron clasificados (al parecer erróneamente según Querejazu) como pertenecientes a la Familia Lingüística Tupí Guaraní, clasificación que solamente respondió a criterios lingüísticos y no de esencia cultural, como el de “subsistencia” por ejemplo.
Su condición de grupo étnico nómade, cazador y recolector creó interés en el grupo evangélico denominado Misión Nuevas Tribus para evangelizarlos a partir de 1971, por medio de un proceso de sedentarización en el sitio que se conoce actualmente como Biá Recuaté. Desde entonces comienza esta parte “histórica” de su pasado.
La persona que más los ayudó a lograr su identidad cultural fue Allyn MacLean Stearman, quien vivió con ellos en 1982 y 1983, y participó en el proceso de otorgarles apellidos (mayormente basados en plantas) y a consolidar el derecho a su propio territorio.
Relatos
Este libro de Roy Querejazu cubre la información acerca de los primeros contactos que tuvieron los Yuquis del río Chimoré en el Departamento de Cochabamba, y luego los Yuquis del Departamento de Santa Cruz (regiones de los ríos Yapacaní y Víbora). Dicha información se basa en buena parte en los relatos propios de los Yuquis mayores que fueron protagonistas de dichos sucesos. Asimismo, dedica un capítulo a la acción de la Misión Nuevas Tribus, y cubre en varios capítulos la estructura social original, la cultura espiritual original y la cultura material original, en el entendido de que lo “original” se refiere al período precontacto.
Un capítulo especial está dedicado a la polémica en cuanto a si los Yuquis son en efecto un pueblo Tupí – Guaraní, o si como postula el autor en base a varios argumentos, si son un pueblo amazónico, pero guaranizado, o mejor, Guarayizado.
La segunda parte del libro cubre la nueva realidad de los Yuquis con dos capítulos dedicados a su situación actual. Llama la atención, sobre todo en estos tiempos de cultura virtual y globalización, que se haga referencia en un capítulo especial, a la existencia de grupos Yuquis todavía aislados, es decir, no contactados, que deambulan aún por la selva. Al respecto, resulta interesante el testimonio que reproduce Querejazu de uno de los Yuquis entrevistados: “Estábamos haciendo picas, maderas con números. Los hemos visto de lejos debajo de un almendrillo grande. Tenían carne chapapeada. Les hemos hablado y nos escapamos. Eran tres. Dos hombres y una mujer.
Uno era un choco alto. Había harto viento entre las jatatas y el olor a chapapeado. En estos casos, no hay que tener ropa roja. Si uno tiene ropa roja pueden flechar. Tampoco hay que tener bolo de coca. El que tiene bolo de coca para ellos es un extranjero”.
En sus conclusiones el autor menciona que a estas alturas del siglo XXI resulta sorprendente que tengamos en Bolivia un grupo amazónico contactado hace apenas 57 años. Y más sorprendente aún, que exista la real posibilidad de que parte de este grupo étnico (dividido en diferentes bandas) todavía permanezca suelto en sus prístinas selvas ejerciendo lo que saben hacer y sobreviviendo dentro de sus propios esquemas culturales sin imposiciones políticas o culturales extrañas. Todo ello, representa un gran dilema para el futuro multiétnico de Bolivia.
Asimismo, Querejazu en sus conclusiones afirma que, “personalmente consideramos que la existencia de Yuquis en Bolivia, representa un gran componente de nuestro acervo cultural. Tenemos la dicha en este país de contar con una variedad étnica con orígenes que se remontan a diferentes tradiciones y estratos culturales y que provienen de diferentes facetas del desarrollo cultural en esta vasta región central del continente”.
“No se trata – continúa el autor – de encasillar a los Yuquis como “piezas de museo”, sino de valorarlos como ciudadanos bolivianos, pero con una trayectoria cultural y social sui géneris y diferente a la gran mayoría de los otros bolivianos. En realidad, son bolivianos a los que no se les brindan las mismas oportunidades. Muchos dirán que son privilegiados por poseer un territorio. Otros dirán que por sus limitaciones no sabrán lograr un desarrollo sostenible. Y otros dirán, entre los que nos encontramos, que están haciendo lo que pueden, lo cual ya es mucho, pero tienen la gran limitante de no ser comprendidos en su verdadera dimensión cultural. Las grandes decisiones que se toman y que de alguna manera les afecta, provienen de burócratas políticos de turno, y no de gente entendida en grupos étnicos minoritarios, conscientes de su pasado y presente, y comprometidos con su futuro”.
Fuente: Los Tiempos
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