PO (24-03-13).- La caricatura es la manifestación o el instrumento de socialización que -en algunos casos- tiende a asumir la crítica estética social o política en los medios de comunicación; pero, ¿quiénes son los artistas que están detrás de los gráficos?
La caricatura es un medio para decir las cosas, presentadas de una manera novedosa, “delicada”, sencilla y lo más divertido; en muchas ocasiones el fruto de la inspiración de los artistas logra arrancar risas, carcajadas, provoca debates domésticos e, incluso, llega a ocasionar grandes peleas en arenas políticas.
Según la definición de Martínez de Soussa, la caricatura es un dibujo en el cual se deforman, resaltan los rasgos más peculiares, las facciones y el aspecto de una persona o cosa y de acuerdo a Javier Tapia, humorista gráfico de OPINIÓN, estas representaciones grotescas o sátiras, tienen el objetivo de constituir nuevos valores estéticos y sociales.
A pesar de que la caricatura cuenta con gran apoyo en los medios, existe un débil reconocimiento a aquellos artistas que se dedican a este rubro y que reflejan las costumbres y los sentimientos en un contexto determinado. Incluso se ha llegado a creer que el caricaturista se dedica a esta actividad como un pasatiempo y no un trabajo. Lo cierto es que el campo del humor no estaría completo, sin aquellas imágenes o dibujos a las que poco les falta para hablar.
Historia de la caricatura en Bolivia
Y que se puede rescatar de nuestro acervo local, pues poco o casi nada se puede decir del desarrollo de la caricatura en la sociedad boliviana; sin embargo, existen algunas publicaciones que tratan de dar pinceladas de historia de este arte, un tanto desconocido para muchos.
De acuerdo al trabajo de investigación realizado por Carla C. Cortez Espinoza, “Dos décadas en imagen y texto. Realidad de la historieta en la ciudad de La Paz”, existen algunos antecedentes en las crónicas de Bartolomé Arzan de Orsúa y Vela de 1724, que dan indicios de las primeras representaciones gráficas en el país.
De igual manera, Cortez cita a Carlos Montenegro, quien en 1979 ya había comentado acerca de la ilustración y la narración en la época colonial, expresada en los pasquines de 1780.
Sólo a partir de 1880, es que nacen las primeras revistas y semanarios, pero a mediados del siglo XX, comienzan a surgir las primeras expresiones del país, tal cual como la caricatura es conceptualizada o breves historietas.
Entre los nombres más recordados en esta área se encuentran: Alambre de púa, Bombo, Flechazos, Cascabel, Alacrán, Chililín Campanillita, Taca-Taca, Astilla, Olla de grillos, El Marigui, La Tijera, Thampulli, el Mosquito.
El periódico el Comercio, de 1948, tiene en sus páginas una publicación de Murillo el insurgente, en una narración secuencial de imagen y texto lo que podría considerarse uno de los primeros intentos de historieta gráfica.
Luego de realizar algunos tímidos acercamientos de lo que es la caricatura en el país, presentamos a cinco de los caricaturistas más reconocidos en Cochabamba.
Ramiro Ortega, dibujos educativos
Uno de los dibujantes e ilustradores más reconocidos del medio es Ramiro Ortega, quien desde temprana edad se vio atraído por los lápices de color. “En realidad llevaba la tinta en las venas. Mi mamá siempre estaba dibujando y aprendí de ella sólo mirándola”, recuerda.
Él se formó de manera autodidacta y con el paso del tiempo pudo hacer un año de estudios en la Academia de Artes Plásticas Raúl G. Prada, pero no culminó sus estudios.
Ortega recuerda que no había mucho espacio para publicar su trabajo en los medios y por lo tanto no había la posibilidad de mantenerse con este arte y por eso ingresó a trabajar en una imprenta, “el trabajo también fue una gran escuela, puesto que aprendí mucho en fotomecánica”.
Posteriormente en 1990, Ortega se encargó de la publicación mensual de del suplemento de humor político “Escrúpulos”, que circulaba los viernes junto con la edición del periódico OPINIÓN.
Hoy a sus 62 años, Ramiro Ortega es el ilustrador de textos escolares, cuentos infantiles y libros, por lo general de la editorial: Ediciones Grafisol.
Juan Carlos Balderrama, caricatura mordaz
Nació en tierras potosinas en 1955 y también desde muy joven comenzó a inclinarse hacia la pintura. A la edad de 34 años se vino a Cochabamba e ingresó a la Escuela de Artes Plásticas Raúl G. Prada, hasta terminar sus estudios. Tiempo después comenzó a llamarle la atención la caricatura: “me gustó el tema de la deformación, más allá de la ridiculización, de la burla y los defectos”.
Poco a poco comenzó a crear un estilo muy particular y a jugar con personajes políticos; es que Juan Carlos Balderrama considera que la caricatura tiene su propio lenguaje.
Desde 1998, Balderrama publica algunos trabajos en diferentes medios de comunicación.
“Considero que la caricatura es un tema de buen gusto, de un sólido criterio político, para que no se enojen con el trabajo que realizamos”, reflexiona Juan Carlos.
Al igual que otros compañeros este caricaturista asegura que su arte no le permite vivir de él. “Los caricaturistas debemos buscar un trabajo seguro para poder mantener nuestro arte y además a la familia, puesto que los insumos tienen un costo elevado”.
Javier Tapia, caricatura humorística
El arte de Javier Tapia salió a la luz a pocos meses de la creación del periódico OPINIÓN, hace 28 años, cuando el medio requería de un artista gráfico; desde entonces sus inspiraciones fueron cobrando mayor espacio y visión en la sociedad actual.
“Al principio no me pareció una tarea tan complicada de realizar, ya que a mí me gustaba dibujar. Tomé como modelo a uno de los caricaturistas de aquella época (Julio Martínez Aliaga) y traté de replicar su técnica; pero ahora sé que estaba muy lejos de él”, recuerda Tapia.
El estilo y la pericia propia del dibujante fue brotando solo, hasta que se quedó en un estilo muy definido y particular que fácilmente es reconocido.
Tapia podría ser considerado parte de un nuevo estilo de periodismo; puesto que de alguna manera el caricaturista se apropia de un hecho y lo interpreta, ya sea para hacer reír o para poner a pensar a los lectores.
“El tema es algo delicado, puesto que muchos no ven con buenos ojos este arte, ya que en algunas ocasiones son personalidades que han sido caricaturizadas y por lo tanto no saben recibir comentarios o críticas, respecto al trabajo que están realizando”, señaló Tapia.
Al final de la jornada estos dibujos les sirven para meditar lo que la población en general cree de ellos, “aunque no lo admitan”.
Precisamente este concepto lo llevó a explorar este arte con mayor profundidad, llegando incluso a ver a la caricatura humorística como un nuevo medio de comunicación. Concepto que sustentó en su tesina para la obtención de maestría en Arquitectura, titulada “La caricatura como arte y patrimonio de la Plaza Pública”.
El trabajo de Tapia se centra en el uso de la acuarela y el óleo como elementos centrales. A la fecha este artista cuenta con una publicación personal denominada “Contra Ruta”, la cual muestra sus mejores trabajos; y para mediados de abril, el público lector podrá disfrutar de la segunda parte.
“El arte de la caricatura se apropia de uno y se hace expresión en el papel”, finaliza Javier.
Gastón Calvimonte, ilustración gráfica
Bien dice el conocido refrán “Lo que se hereda no se hurta”, pues Gastón es hijo del reconocido caricaturista Hugo Calvimonte más conocido en nuestro medio como ‘Pino’.
“Yo dibujaba con mi papá y lo tomaba muy en serio. Me sentaba a su lado con mis propios materiales”, recuerda Gastón.
Como todo artista innato, Gastón comenzó a hacerse de un espacio laboral y su esfuerzo era recompensado; su espíritu de superación lo llevó a seguir investigando la aplicabilidad del dibujo y por ello se inscribió a la Escuela EDAP -ya para entonces trabajaba en MyM Publicidad-, formación que le permitió ir más allá del lápiz y papel. En el fondo Calvimonte considera que el arte surge de estos elementos básicos.
“Aunque ahora la tecnología puede ayudarnos en la creación de los trabajos considero que todo nace en una hoja de papel y este material es más especial”, señala Gastón Calvimonte.
A la fecha, este artista gráfico desarrolla su arte como ilustrador en el periódico Los Tiempos y se encarga de la parte gráfica.
“Los ilustradores, al igual que los caricaturistas, tienen su punto de vista particular. Nuestro trabajo son metáforas visuales, con fuertes criterios literarios”, finaliza.
Moisés Anturiano, “Yawar’ creatividad y reflexión
“Todo empezó cuando estaba en el colegio y formaba parte de la Federación de Estudiantes de Secundaria y vivíamos justo la época de la dictadura. Me designaron responsable de la elaboración de pasquines y ahí comencé a utilizar los pinceles”, recuerda Moisés Anturiano, más conocido en el medio artístico como Yawar.
De esta manera, Yawar comenzó a incursionar en un lenguaje sin palabras y que lo llevaba a reflejar una idea, una realidad que invitaba al análisis.
En 1987 Moisés Anturiano tuvo la suerte de ingresar a la Escuela de Artes Gráficas de Caraycochea en Buenos Aires, Argentina, donde aprendió mucho acerca de la perspectiva, proporción y distancia; puesto que “el dibujo, como tal, no se enseña sino que nace del artista” enfatiza.
Paralelamente, Yawar ya trabajaba en la revista semanal, “Viernes de Soltero” de esta ciudad. Con el paso del tiempo y su experiencia, comenzó a emplear su arte como un elemento más de lucha social.
A la fecha sus trabajos son publicados en varias revistas internacionales y en Europa su trabajo fue conceptualizado como una nueva expresión de arte urbano y no simplemente como caricatura.
Fuente: Opinion
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