Op (11-10-11).- Adela Zamudio nació en Cochabamba el 11 de octubre de 1854, un miércoles, “a la hora 4:45, poco antes de romper el alba, en su alojamiento de la casa quinta de Juan de la Cruz Torres y María de las Nieves Moscoso de Torres, destinada a convertirse cinco años más tarde en el monasterio de las Capuchinas”, informa Augusto Guzmán en su “Biografía de una mujer ilustre”. (...)
Al cumplir 15 años, en 1869, Adela Zamudio publicó en “El Heraldo” su primer poema titulado “Dos Rosas”, y ya entonces firmaba bajo el pseudónimo de “Soledad”, nombre de guerra que además de delatar la melancolía de su carácter, revela que entre sus primeras lecturas literarias figura la novela de Bartolomé Mitre titulada precisamente “Soledad”.
Bartolomé Mitre llegó al Alto Perú (hoy Bolivia) junto al abuelo de Adela Zamudio, Máximo Zamudio, quien fue secretario de comando en el Ejército Auxiliar argentino del general Castelli, durante la Guerra de la Independencia. Ese pasado heroico y glorioso que corría en la venas de Adela Zamudio, influyó indudablemente en la formación de su espíritu libertario (...).
Adela Zamudio leyó toda la obra de Shakespeare en su lengua original, y se dio el gusto de traducir a Longfellow.
En 1887 el editor argentino Jacobo Pausser publica en Buenos Aires su primer libro, “Ensayos poéticos”, obra que mereció elogio unánime de críticos y lectores, “lo que contribuyó decisivamente a que su autora cobrara seguridad y confianza en lo referente a los resultados de un voluntarioso proceso de aprendizaje cultural y literario que, hasta el momento, había transcurrido por cauces autodidácticos”, dice Jorge Giró.
Alentada por este creciente prestigio, en 1890, publica “Violeta o la princesa azul”, obra compuesta en los escasos ratos libres que disponía en su esforzado empeño por alcanzar una formación académica y un nivel cultural que le permitiesen ejercer la profesión de maestra. Finalmente en aquel mismo año 1890 logró ingresar en el magisterio profesional, al ser admitida como maestra en la escuela San Alberto de Cochabamba. A partir de entonces comenzó a desplegar una fecunda actividad pedagógica orientada a la eliminación de las trabas y los perjuicios reaccionarios que lastraban el aprendizaje académico y la formación espiritual de las jóvenes bolivianas.
Entre las enseñanzas que imparte a las niñas de la ciudad, además de letras, están las artes plásticas. Zamudio solía ilustrar sus versos con dibujos y pintaba óleos -la Virgen de Santa Clara su modelo favorita- con inigualable maestría. En su casa de la calle Ayacucho abrió una Academia de Dibujo y Pintura.
Zamudio reclamó la necesidad de introducir el laicismo en los programas académicos nacionales, lanzando algunas propuestas audaces para su época, como la instauración del matrimonio civil, el derecho al divorcio y la separación de los poderes de la Iglesia católica y del Estado. Impulsó la enseñanza gratuita y laica, denunció fuertemente el “primitivismo patriarcal” de la sociedad.
Polémica con la Iglesia
Estas ideas, plasmadas no sólo en las aulas del liceo para señoritas que fundó en 1905, sino también en varios artículos y ensayos pedagógicos que publicó en diferentes medios, la arrastraron hacia muchas polémicas sostenidas contra los elementos más reaccionarios del conservadurismo religioso y político boliviano, entre los que se hizo famoso, por su virulento enfrentamiento con Adela Zamudio, el padre Francisco Pierini, promotor de un movimiento ultra conservador que, bajo el nombre de “Liga de Señoritas Católicas”, pretendió defender los arcaicos privilegios legales y fiscales de la Iglesia católica en el sistema educativo del país, además de excomulgar a Adela Zamudio. (...).
La polémica adquirió alcance nacional y un grupo de poetas de todo el país lanzó una proclama de solidaridad con Zamudio. Respaldaban a la combativa poetisa, entre otros, Rodolfo Soria Galvarro, Rosendo Villalobos, Franz Tamayo, Benjamín Guzmán, Gregorio Reynolds, Emilio Finot, Juan Francisco Bedregal, Abel Alarcón y Raúl Jaimes Freyre.
Fuente: Opinion