Y uno de los ejemplos es el caso sucedido la pasada semana de una joven universitaria de la ciudad de El Alto que fue asesinada por desconocidos que la contactaron a través del Facebook. El hecho es que la vinculación y uso de instrumentos digitales no implica sólo un cambio tecnológico en la vida de las personas, sino un cambio de la cultura misma y, con ello, una nueva forma de violencia digital que afecta con mayor énfasis a las mujeres, la juventud y a la población GLBT. Así lo confirmaron en el estudio “Por un abordaje transdisciplinario de las violencias en la sociedad de la información boliviana”, realizado por Miriam Cristina Rojas y Eduardo Rojas, responsables del Programa ENREDOMINIO y Fundación REDES, respectivamente.
La investigación, desarrollado en tres municipios de Cochabamba (Cercado, Colcapirhua y Tiquipaya) aborda un problema novedoso en la sociedad boliviana: la violencia digital, que es una “flagrante y sostenida vulneración de derechos ejercida en el entorno on-line en contra de personas y colectivos, a través de dispositivos nuevos como la telefonía móvil, tv digital, plataformas de comunicación electrónica, servicios de comunicación interpersonal y redes sociales, así como todo el universo de servicios disponibles en Internet”, dice un resumen del estudio.
Según los datos sistematizados, hasta septiembre de 2013 en Bolivia existen 2.4 millones de usuarios en Facebook (44% mujeres y 56% hombres); de ese total 820 mil cuentas pertenecen a adolescentes y jóvenes con edades entre 13 a 28 años. Estos últimos se constituyen en las víctimas potenciales de violencia digital y delitos informáticos.
Miriam Rojas explica que hace tres años comenzaron a hacer un seguimiento del uso de nuevas tecnologías en niños, niñas y adolescentes, en ese lapso pudieron constatar que “existe un vacío en políticas de protección a la niñez y adolescencia (y) en la capacitación de profesionales enfocada al buen uso de estas tecnologías en la escuela y en la familia”, frente a esto están “los padres y maestros totalmente desorientados en el uso de estas herramientas porque le temen a la tecnología, y cuando aparece la violencia digital en la escuela, no saben cómo abordar ni manejar el problema”, y a la vez los escolares prefieren callar el tema.
El trabajo de campo en los tres municipios cochabambinos mostró un uso comercial de los medios digitales, concentrado en la moda, la música y la violencia. Rojas explica que eso es un uso del tiempo a pérdida porque los usuarios, en este caso escolares, no están aprendiendo nada y desconocen sus derechos humanos en el entorno.
“Al no tener conocimiento están siendo víctimas de aspectos que maneja el mercado en Internet, por ejemplo no saben cuidar su privacidad… se les está vulnerando el derecho a la privacidad y la intimidad, no saben que cuando están publicando fotografías, se están exponiendo a una serie de riesgos en Internet”, dice la psicóloga Rojas.
El estudio refleja que en Cercado un 80% de niños y adolescentes que tienen celulares, en Colcapirhua es cerca de 55%, en Tiquipaya entre 35 a 40% en posesión de teléfonos móviles. Esta exposición a la información de red no tiene restricciones, y los menores pueden ser afectados en la construcción de su personalidad, su manera de pensar e incluso su forma de ver su propia realidad, dice la investigadora.
Miriam Rojas explica que si estar expuesto a la red Internet es riesgoso, por otra parte un buen uso de esa herramienta digital puede tener ventajas en la formación de conocimiento y como estímulo de procesos de reflexión y análisis en los adolescentes. La corresponsabilidad de la sociedad es un aspecto que los investigadores creen que debe primar en este proceso de aprender a utilizar las herramientas digitales, una corresponsabilidad entre padres, maestros, estudiantes, y funcionarios de instituciones privadas y públicas.
Para conocer más sobre el estudio es posible visitar el enlace: http://bit.ly/1k7DjRE
Los resultados del estudio serán presentados el jueves 5 de diciembre de 2013 en el Salón de Honor Alejo Calatayud del Concejo Municipal de Cochabamba.
Fuente: PIEB
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