Raúl Mercer (10-12-13).- En el dia mundial de los derechos humanos, hablemos de los derechos de las niñas y los niños. La Convención de los Derechos del Niño es el tratado de derechos humanos más ratificado globalmente. Dicho en otros términos, es la expresión más fehaciente de la voluntad de los Estados por reconocer a la niñez como la base sobre la cual construir sociedades más justas y solidarias. En este sentido, América Latina y el Caribe se encuentran en un momento único de sus historias al reconocer a la infancia dentro del marco de las políticas sociales de la mayoría de los países de la región.
¿Qué significado tiene vivir en una cultura de derechos?
Según la doctrina de la protección integral, todos los niños y niñas son iguales, todos y todas deben contar con las mismas condiciones para alcanzar un desarrollo pleno. Para ello, es necesario contar con las garantías de los Estados y de la sociedad en la responsabilidad que les compete para que los niños y niñas puedan ejercer y exigir libremente el respeto de sus derechos. Ratificar la Convención contempla una serie de acciones vinculantes para poner en marcha dispositivos políticos, legales, programáticos y de rediseño institucional. Obviamente estas acciones deben ir acompañadas de mecanismos de monitoreo y rendición de cuentas.
¿Hay derechos más importantes que otros?
La respuesta es obviamente no. Todos los derechos son importantes, tienen la misma jerarquía, se relacionan unos con otros (son interdependientes) y universales (nadie está exento de la posibilidad de ejercerlos). Pero un aspecto interesante, y quizás poco conocido, está dado por el hecho de que los derechos se mantienen a lo largo de todo el trayecto vital de las personas con la misma valoración e intensidad. Un recién nacido (haya sido prematuro o no), un lactante, un preescolar, un escolar, un adolescente, un adulto o una persona mayor, en definitiva, todos y todas tienen los mismos derechos.
Es importante destacar este aspecto ya que existe una tendencia en nuestras sociedades (producto del materialismo y el consumismo crecientes), a asignarles menor valor a las personas a ambos extremos de sus vidas (sean niños o adultos mayores). Lamentablemente, esta percepción es extensiva, entre otras, a las diferencias de género, a las personas que presentan algún tipo discapacidad, a las que provienen de una cultura diferente, a las que viven en situación de pobreza y marginación. En materia de derechos, nadie debe ser discriminado por ningún atributo en particular. Todo lo contrario, la diversidad es un bien preciado que ennoblece a las sociedades. En cambio, aquellas diferencias que son producto de situaciones injustas (inequidades) deben ser abordadas y erradicadas en forma inmediata.
¿Qué nos dice la Convención sobre el desarrollo temprano?
El Artículo 6 de la Convención hace referencia a la responsabilidad de los Estados como garantes de la supervivencia y el desarrollo del niño. Otros artículos, aunque no lo hagan de manera explícita, invocan al desarrollo temprano a través de la promoción del juego, la educación, la participación, la libertad de pensamiento y el poder contar con una familia. En definitiva, la Convención es clara en reconocer aquellos derechos inalienables de la niñez que deben ser protegidos para asegurar el desarrollo integral.
A partir de lo expuesto, ¿Es posible soñar un mejor presente y futuro para la niñez?
Proteger los derechos de la niñez implica pensar en sociedades más cohesivas, menos violentas, más inclusivas y saludables. Este planteamiento surge del conocimiento creciente sobre la importancia de invertir en los primeros años. El desafío actual se traduce en el modo de transformar estas visiones en hechos, en aproximar las políticas positivamente a las realidades, en transformar nuestras sociedades a partir de promover la equidad desde la cuna y en reconocer la importancia de hacerlo desde la casa, la escuela y el estado. ¿Cómo se protegen los derechos de la niñez en tu comunidad?
Fuente: Blog Primeros Pasos, BID
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