VR (19-11-13).- En lo que va del siglo XXI, en la Tierra, el homo sapiens, los incendios y los insectos dañinos han destruido cerca de un millón y medio de kilómetros cuadrados de bosques. Esto es mucho menos que a fines del siglo pasado, sin embargo, los expertos advierten que es mucho más de lo que puede permitirse el planeta.
El proceso de la tala de bosques avanza paralelamente con el desarrollo de la civilización. Pero, en la época de la industrialización adquirió dimensiones realmente amenazantes. E incluso, cuando a finales del siglo pasado, ecólogos y científicos pusieron el grito en el cielo, la situación no pudo dar un vuelco hacia lo mejor.
La matemática es muy simple: en los últimos doce años, de los ochenta y siete millones de kilómetros cuadrados se ha eliminado un millón y medio. Así las cosas, a tal ritmo, dentro de siete siglos, no quedará un solo arbolito en la Tierra. Por lo demás, la humanidad puede ya constatarlo. Y es que, con la disminución de los bosques, en la atmósfera habrá menos oxígeno, mucho más gas carbónico, no habrá qué respirar y el clima está cambiando. Lo más probable es que la población del planeta no pueda adaptarse a tales cambios.
En todas partes existen, prácticamente, programas estatales de restauración y conservación de bosques. En algunos países se cumplen exitosamente. Por ejemplo, Brasil ocupa hoy el primer lugar en reducción de la velocidad de la pérdida de bosques: si en 2003 allí desaparecieron cuarenta mil kilómetros cuadrados de bosques, en 2010, solo la mitad de esta cifra. Sin embargo, al otro lado de la frontera, en Paraguay, y también en Camboya y Malasia se registran los ritmos más elevados de deforestación. El líder en esta materia es Indonesia. Mientras que en Europa se observa un cierto crecimiento en plantaciones forestales.
La situación en China es bastante grave. Sin embargo, en los últimos tiempos, Pekín gasta decenas de millardos de dólares en la restauración de bosques. En Rusia continúa la devastación de considerables superficies forestales. Pero, en nuestro país no todo es tan malo, como tratan de presentarlo los ecólogos, afirma Vladímir Petrov, experto de la Universidad Nacional de Maquinarias de Forestación Kirov:
–Si comparamos hoy en Rusia el volumen de las superficies taladas y el de las restauradas, nuestro saldo es positivo. O sea, las superficies forestales restauradas son superiores a las taladas. Pero surge la pregunta: ¿la calidad de la restauración se ajusta o no a lo deseado? Lamentablemente, no siempre.
El problema consiste en que, en el sentido económico es más conveniente un bosque de coníferas. Pero, pero los pinos crecen más lentamente que los foliáceos. Además que, mientras las coníferas son pequeñas, los foliáceos literalmente los apabullan. Esto es singularmente notable en la restauración natural de bosques, apunta Anatoli Petrov, rector del Instituto de Mecanización Forestal:
–Tenga en cuenta que en el lugar del talado hay siempre un bosque. Pero nosotros queremos que crezca un bosque de coníferas, y en ese lugar crece uno foliáceo. Créame que, dentro de sesenta años, el bosque de foliáceos mismo será sustituido por el de coníferas. Este es un proceso normal. Así está orientada la economía del país, interesado en los bosques de coníferas. Pero, para la ecología, el mejor bosque es el foliáceo. Y es que transcurre mucho mejor la absorción de gas carbónico y las emisiones de oxígeno por los foliáceos. Las agujas de las coníferas no cuentan con tal capacidad como las hojas.
Pero si la tala industrial puede ser regulada, las calamidades naturales, los incendios y las invasiones de insectos dañinos son incontrolables. Sin embargo, ellos causan a la naturaleza un daño no menor que la actividad del hombre. Los datos de este tipo no siempre quedan consignados a plenitud en los informes oficiales. Como no está en esas cuentas tampoco la información de las talas ilegales y explotación forestal.
El primer mapa forestal global interactivo, creado por especialistas estadounidenses, ayudará a velar por la situación real del manto verde del planeta. Sobre la base de los cientos de fotografías tomadas desde un satélite entre el 2000 y el 2012 será posible constatar los cambios experimentados por los bosques del planeta. Además, ayudará a detectar las talas indiscriminadas, ilegales y mayúsculas, lo que reviste suma actualidad para muchas regiones, Rusia incluida.
Fuente: La voz de Rusia
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