Pieb (9-07-14).- El conocimiento del clima es importante para el trabajo agrícola intensivo y en pequeña escala, con esta intención el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (SENAMHI) difundió un amplio estudio con el “cálculo de probabilidad de ocurrencia de la primera y última helada” para 118 localidades del país.
“Muchos agricultores no pueden permitirse el lujo de correr riesgos, por ejemplo, sacrificar las inversiones generadoras de ingresos, la intensificación y la adopción de la innovación para la protección contra la amenaza. Este comportamiento de aversión al riesgo se combina con la variabilidad climática para contribuir a la existencia y la persistencia de la pobreza. Además de la intervención efectiva, los aumentos proyectados en la variabilidad del clima se puede esperar que intensifique el ciclo de la pobreza, la vulnerabilidad y la dependencia de la asistencia externa”, dice el estudio, como justificación a la necesidad de información sobre el comportamiento climático de distintos territorios en el país.
La probabilidad de heladas y los periodos libres de heladas fueron calculados para las 118 estaciones ubicadas en el territorio boliviano, utilizando el método grafico de “distribución acumulativa” y el método de distribuciones continuas “normal, log-normal”. El documento final tiene la descripción de cada localidad en más de 350 páginas.
Por ejemplo para la estación de Aiquile la ocurrencia de primera y última helada al 80% de probabilidad se presentará el 18 de junio y 16 de julio; 8 de cada 10 años no se presentarán heladas antes del 18 de junio y tampoco después del 16 de julio; por tanto la estación con probabilidad de ocurrencia de heladas al 80% es de 28 días. Para el caso de El Alto, cuya estación está ubicada en el aeropuerto, al 80% de probabilidad la primera helada se presentó el 17 de abril y la última se presentará el 25 de octubre, con un periodo de 191 días de probabilidad de ocurrencia de heladas.
La intención de esta información es que las autoridades e instituciones estatales puedan contar con una herramienta que permita proteger la seguridad alimentaria y la prosperidad rural mediante la gestión eficaz de los riesgos climáticos, “una parte integral de la reducción de la vulnerabilidad a largo plazo de sistemas agrícolas y alimentarios a un clima variable”.
Fuente: PIEB
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