LT (4-04-14).- La carrera de Ingeniería Forestal en Arani es todo un ejemplo de lo que las universidades deben hacer si quieren ponerse a la altura de los retos actuales
Una muy buena noticia, de ésas que todos quisiéramos tener más frecuentemente, nos la han dado la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y la Alcaldía de Arani al inaugurar la carrera de Ingeniería Forestal. El propósito es que la gente joven del valle alto, además de obtener una profesión, lo hagan en una disciplina cuya importancia aún no es suficientemente reconocida en nuestra sociedad.
Serán cientos de jóvenes –ojalá pronto sean miles– que gracias a ese esfuerzo entre la UMSS y la Alcaldía de Arani podrán dedicar sus mejores esfuerzos a la investigación, reforestación y cuidado de bosques. Aunque sólo ése fuera el objetivo, la iniciativa ya sería merecedora de todo apoyo. Pero, mejor aún, apunta a metas tan ambiciosas como constituirse en todo un referente nacional para proyectos forestales.
La convicción con que el alcalde de Arani, Macario Álvarez, impulsa ese proyecto, sumada a la muestra de lucidez que las autoridades de la UMSS dan al llevar a la ciencia y tecnología allá donde más se la necesita, son dos buenos motivos para confiar en que el esfuerzo compartido tendrá mucho éxito. Y no sólo en lo académico sino, lo más importante, en el terreno práctico.
A las anteriores razones, las que en sí mismas son suficientes para valorar positivamente la apertura de la carrera de Ingeniería Forestal en una remota zona rural, se suma la urgente necesidad de que la universidad boliviana, y no sólo la pública sino también la privada, dé un giro radical a una de sus más obsoletas características. Nos referimos a la inclinación a privilegiar la oferta de carreras muy alejadas de las necesidades prácticas, como derecho, por ejemplo, en desmedro de las técnicas.
En efecto, como lo han demostrado muchos estudios sobre el tema, una de las mayores deficiencias de la educación superior en Bolivia consiste en la desproporción entre la abundante oferta académica dirigida a quienes aspiran a una licenciatura, mejor si es en derecho u otra disciplina vinculada a las humanidades, que contrasta con la escasez de opciones en las ramas técnicas.
Es verdad, como también lo confirman las investigaciones hechas sobre el tema, que el problema no es atribuible exclusivamente a la oferta de las universidades, sino también a que en esa dirección se inclina la demanda de quienes inician su formación superior. Según datos de la Asociación Nacional de Universidades Privadas de Bolivia (ANUP), por ejemplo, sólo el 30 por ciento de los estudiantes que ingresan a esas casas de estudios superiores optan por carreras técnicas, mientras que el 70 por ciento restante prefiere ser licenciado.
Es urgente revertir esa tendencia porque así lo exigen los tiempos actuales. Las universidades privadas, más sujetas a los condicionamientos de las leyes del mercado, están haciendo algo al respecto aunque con limitaciones propias de su naturaleza. Por eso, son las universidades públicas, como San Simón, las que deben ponerse a la vanguardia.
Fuente: Los Tiempos
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