P7 (3-09-12).- “Tengo una gran curiosidad. He leído en alguna parte sobre un loco boliviano que ha puesto el aimara a una computadora para hacer traducciones, ¿usted lo conoce? Me gustaría ver cómo trabaja”, le dijo el entonces secretario general de la OEA, João Clemente Baena Soares, al ahora desaparecido presidente Hernán Siles Zuazo, cuando éste le preguntó qué o a quién le gustaría conocer en Bolivia durante su visita al país en los años 80.
El anfitrión boliviano no sabía de quién hablaba el futuro visitante, pero pensó que el profesor de matemáticas que había instruido a sus hijas años atrás podría conocerlo y decidió consultarle. “Tú que conoces de matemáticas, ¿no sabes de un loco que está haciendo cosas de traducción con el aimara en computadoras?”, preguntó al profesor.
“Ah sí, lo conozco”, le respondió éste y prometió “hacer el contacto”.
Grande fue la sorpresa cuando quien apareció en la entrevista con Baena Soares y Siles Zuazo no fue otro que el propio profesor, Iván Guzmán de Rojas, quien aprovechó la oportunidad para mostrar su traductor multilingüe Atamiri.
El Atamiri es un sistema computarizado de traducción que basado en el aimara traduce automáticamente oraciones completas a otros idiomas.
El ingeniero, físico y matemático Iván Guzmán de Rojas se había dedicado por varios años a realizar consultorías en temas relacionados a la informática, pero su pasión por la ciencia lo motivó a llevar adelante sus propias investigaciones y proyectos de manera privada.
Había descubierto que la estructura del idioma aimara posee propiedades “algorítmicas interesantes”. Este hallazgo lo llevó a idear el traductor. “El aimara es una matriz y su sintaxis está definida en esa matriz. Eso me llamó mucho la atención y produje un pequeño prototipo, un sistema que generara frases bien armadas en aimara, cosa que no es fácil porque se trata de un lenguaje aglutinante y su sintaxis es diferente del castellano. Si logras producir un algoritmo que genere frases bien formadas en un idioma, tienes la base para crear un traductor. Y me embarqué en el proyecto de traducción del Atamiri. En 1985 ya tenía un prototipo que traducía vía estructura sintáctica del aimara al español y al alemán”, recuerda.
El complejo boliviano
“¡Zonceras!, ¡qué vas a poder hacer eso en Bolivia!”, le decían cuando alguna vez hablaba de su proyecto. “Aquí recién te ‘dan bola’ cuando alguien de afuera te da su bendición. Ése es nuestro complejo de inferioridad. Sólo cuando una organización internacional o una personalidad da su opinión, entienda o no del asunto, eso sí vale, ¿no?”, dice.
Baena Soares quedó fascinado con el Atamiri. El secretario general de la OEA tenía un edecán boliviano que lo acompañaba a todas partes. “¡Así hablaba mi abuelo!”, exclamó emocionado en mitad de la demostración de Guzmán de Rojas. La estructura aimara que emplea el Atamiri proviene del aimara antiguo y el edecán recordó la manera en que su ancestro hablaba el idioma indígena.
De inmediato Soares invitó al científico a Washington para que presentara su creación. El invento fue una noticia internacional. En ese momento no había ningún sistema parecido y aún hoy en día no existe nada que se le iguale. El boliviano fue invitado a Canadá, donde el Instituto para el Desarrollo y la Investigación se decidió auspiciar uno de sus trabajos y, justo cuando aún se encontraba en Washington, una comisión panameña se hizo presente en la OEA.
Era el momento de la transferencia del Canal de Panamá de manos estadounidenses a la administración local y hacía falta traducir masivamente toda la documentación técnica del Canal del inglés al español.
“¿Por qué no se van a Bolivia?”, le plantearon en la OEA a la comisión panameña; ¿A Bolivia?, se sorprendieron los panameños. Pero el largo viaje no fue necesario. El inventor del Atamiri aún se encontraba en Washington y el traductor se instaló en Panamá. Se firmó un contrato por dos años y Guzmán de Rojas viajaba continuamente al país centroamericano junto a esposa Gladys, quien le ayudaba a dar los talleres de capacitación que debía dictar allí. También fue invitado a Perú, a Colombia, Italia y Alemania, donde se entrevistó con el ex presidente Richard von Weizsäcker.
El novedoso traductor atrajo también la atención de los medios. El matemático boliviano fue entrevistado por el periódico Frankfurter Allgemeine, por Computer World e incluso el New York Times le dedicó cinco columnas.
¿Y Silicon Valley?
“Me preguntarás por qué no eres millonario y estás aquí en La Paz y no en Sillicon Valley o en algún otro lugar”, dice el científico con ironía y menciona que en ese tiempo aún se trabajaba con computadoras Wang.
La firma Wang había empezado a invertir en el Atamiri, pero cuando el proyecto empezaba a crecer la empresa quebró y el proyecto no pudo seguir.
La ampliación de la base de datos lexicográfica y del número de lenguas así como la adaptación al sistema operativo de otras computadoras implicaban un proyecto industrial mayor, para lo cual era necesaria una inversión fuerte.
Guzmán de Rojas tocó muchas puertas. El Atamiri le ganó a Google un concurso para un proyecto en Alemania, que también fue suspendido por la crisis económica. Aunque el traductor de Google sí funcione, no cuenta con las cualidades del Atamiri.
“No hay en Bolivia lo que se llama el capital de riesgo. La gente quiere invertir en proyectos que ese ratito traigan platita y en lo posible con un alto porcentaje para el capitalista”, dice.
Guzmán de Rojas también implementó el Copuchawi, un sistema a partir del cual se podía chatear de un idioma a otro. Pero mantener el servicio resultaba demasiado caro, por lo cual fue discontinuado.
Además, este inventor cuenta con el diseño de una computadora inteligente basada en la lógica trivalente , que también contiene el aimara, y que creó en el marco del trabajo de un grupo de investigación en Moscú.
“Si no hay alguien que quiera seguir con esto, se va a perder” afirma.
Fuente: Pagina Siete
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